Hay un momento en el que te das cuenta de lo dependiente que eres. Pese a lo mucho que lo has intentado negar de repente te golpea, como un camión, como un cubo de agua helada, y te deja con la misma sensacion en los pulmones que un puñetazo en la boca del estómago. Te ahoga.
Depender de alguien, digan lo que digan, no es una sensación agradable. Te genera mono. Mal humor y debilidad cuando estas lejos de esa persona. Necesidad de tenerla constantemente y echarla de menos en las situaciones más irrelevantes. Es irremplazable. Es una nueva clase de dependencia, distinta a la de cualquier otro vicio. Como si siempre hubieses estado entera por ti misma y ahora ya no lo estas lejos suyo. Y cuando te das cuenta de todo esto esto, es terrorífico.