domingo, 25 de noviembre de 2012

No te puedo guardar rencor.

¿Te he dicho alguna vez todo lo que me has enseñado? Me enseñaste a sonreír aunque estuviera jodidamente cabreada, me diste los mejores momentos y me enseñaste la manera de disfrutarlos de verdad. Me demostraste que podía pensar que era el mayor idiota del mundo pero cuando te miraba me volvías a enamorar. Y que podía venir el orgullo, el miedo y el olvido, que nunca iba a estar sola, que mirara bien, que siempre había alguien incluso cuando estas al fondo del pozo, siempre alguien que se cayó antes que tú o que se tiró al ver que te caías.
Y no, no te guardo rencor, gracias a ti aprendí tantísimo que no hay manera de que deseara no haberte conocido.

Donde dije digo, digo Diego.

Rectificar es de sabios. No de cobardes. Rectificar es saber que te has equivocado, es crecer, es tragar tus propios errores para mejorar un poco como persona. Rectificar te hace aprender y ayuda a madurar, pero no es fácil. Yo no rectifico, no me gusta, me da miedo. No quiero que la gente sepa que me equivoco, prefiero que piensen que soy estúpida y defenderé mis ideas hasta el final aunque sepa que son erróneas. Por que cuando rectificas pierdes un poco del control de la situación, y perder el control significa ser más vulnerable. Y vulnerable es débil, y si eres débil la gente te come. Aunque rectificar sea lo mejor, yo no lo hago. Algún día seré capaz de hacerlo o al menos de intentarlo, pero no aún. Ahora aún necesito ser fuerte.

Si no te gusta algo, mira, cambia de camello.

Yo no he venido aquí a agradar a nadie, estoy para hacerme un huequito en el mundo, un lugar donde poder demostrar lo que valgo. No es fácil estar solo pero a veces hace falta; no es tan sencillo como parece aprovechar las oportunidades, muchas de ellas dan miedo porque podrían cambiarte radicalmente tu modo de vida y tampoco sabes si será para mejor o para peor. Aun así, hay que hacerlo. Hay que cambiar, que moverse por el mundo, que demostrar a la gente lo que vales, hay que callar todas esas bocas que un día te dijeron que no podías hacerlo. Estate orgulloso de ti mismo, nunca caigas, que nadie te pueda hacer tocar el suelo, véndate las rodillas una y otra vez si te tiran pero nunca bajes mas de eso, que les jodan a todos los que no tengan la capacidad de apreciar lo genial que eres y rodéate de aquellos que si puedan verlo. Porque tú estas aquí por algo. Algo importante que tienes que conseguir, algún espacio en el mundo reservado solo para ti que tienes que llenar. Y no pueden pararte.

Si la realidad es inaceptable, tu vida tiene sentido.

“Libertad, bonita y extensa palabra llena de significado y a la vez, tan mal entendida. ¿Qué es la libertad? Todos dicen que saben lo que es, que son libres, libres... ¿de qué? Vivimos en una sociedad llena de normas de comportamiento que has de seguir desde antes de tener uso de razón. Desde el preciso momento que no cumples alguna de ellas, eres marcado como radical, inconformista y he dicho inconformista, no libre; porque es difícil ser libre cuando todos aquellos que te rodean marcan los pasos que has de seguir sin pararse a pensar siquiera, si tu quieres pisar por esos suelos. Yo misma, he tenido problemas con ser o querer ser libre y aún con la mayoría en contra, quizás nunca lo sea. Es un estado tan complejo que quizás es una utopía siquiera pensar en serlo. A pesar de todo, día a día, trato de hacer lo que mi mente inconformista dicta y a veces, sólo a veces lo consigo”.