No podemos estar seguros de la mayoría de cosas, y supongo que de eso va la vida, de correr riesgos. Si solo haces aquello de lo que estas totalmente seguro, te perderás innumerables experiencias. Pero aún así..¿que necesidad hay de enfrentarse a problemas innecesarios? Tenemos que aprender a diferenciar el valor de la estupidez, y a distinguir que cosas merecen la pena el esfuerzo y cuales están destinadas al fracaso; y esto no es fácil. Elegimos mal, equivocamos las ideas, nos engañan y nos autoengañamos por comodidad o por miedo. Fingimos estar seguros de cosas que sabemos que son mentira y ocultamos las únicas verdades que conocemos, pero tú sabes lo que es cierto y eso es lo que duele al final, el no poder eliminar tus emociones.
Y es ese dolor el que te tiene que servir para decidir que riesgos tomar y cuales no.
Esos que te den más miedo, los que quisieras guardar en el fondo de un baúl y que nadie viese nunca, los que te revuelvan el estomago y la cabeza al pensarlos..esos son los que merecen la pena.
miércoles, 28 de mayo de 2014
miércoles, 21 de mayo de 2014
Nos acostumbramos a las malas costumbres.
Estamos acostumbrados a estar solos, a quejarnos, a pensar que cualquiera es mejor que nosotros. Acostumbrados a sacarnos las castañas del fuego sin ayuda, a no importar a nadie, a que mostrar tus debilidades solo hará que te hagan daño así que mejor guardatelas para ti. Y tenemos el caparazón tan bien pegado, tan duro; el muro tan alto y resbaladizo para asegurarnos de que nadie lo sobrepase, y las costumbres tan dentro de nosotros que es difícil dejarlas a un lado. Y no creer cuando alguien te dice que quiere ayudar, es malo. Y no creer cuando alguien te dice que estas guapa, es malo. Y no creer cuando tu misma te estas diciendo que se puede ser feliz, es peor.
Porque tenemos que aprender a dejarnos querer. A permitir que nos echen una mano cuando estamos agobiados y que nos den un abrazo cuando hace falta. Hay que aprender a contar con los demás y con nosotros mismos; que a veces si somos lo suficientemente buenos. Tenemos que creernos y querernos, y aceptar que a veces hace falta alguien que te enseñe como hacerlo. Porque ni tú, ni yo, ni nadie, somos tan duros como nos gustaría.
Porque tenemos que aprender a dejarnos querer. A permitir que nos echen una mano cuando estamos agobiados y que nos den un abrazo cuando hace falta. Hay que aprender a contar con los demás y con nosotros mismos; que a veces si somos lo suficientemente buenos. Tenemos que creernos y querernos, y aceptar que a veces hace falta alguien que te enseñe como hacerlo. Porque ni tú, ni yo, ni nadie, somos tan duros como nos gustaría.
jueves, 8 de mayo de 2014
Las palabras no valen nada
Hablamos del amor como si supiésemos lo que es, y como si fuera lo mismo para todos. Hablamos demasiado y hacemos demasiado poco, y no es así como deberían ser las cosas, al menos para mi.
No tienen sentido las palabras bonitas, las dedicatorias o componerla un soneto si cuando te dice que esta mal no vas a verla. Deja de decirla que recorrerías cielo y tierra por su risa, que sus ojos son los luceros que iluminan tu oscuro camino hacia lo desconocido o que tu vida no tendría sentido sin ella. Mejor aprende a saber cuando abrazarla, descubre que canción es la que la pone de buen humor, si se muerde el labio o las uñas cuando está nerviosa o si la crece el mal carácter los domingos.
Estate ahí para ella.
Conócela, deja que te conozca.
Quiérela, aún cuando piense que nadie podría quererla.
Haz que se vea como tú la ves, y te la habrás ganado para siempre.
Imagino que habrá gustos para todo, pero en mi opinión las palabras sobran; no hay ninguna necesidad de decir un montón de cursiladas que no piensas, ni aunque las pienses. Levántate y demuestra todo lo que dices sentir o pensar, que los hechos valen mas que las palabras y lo sabe todo el mundo.
No tienen sentido las palabras bonitas, las dedicatorias o componerla un soneto si cuando te dice que esta mal no vas a verla. Deja de decirla que recorrerías cielo y tierra por su risa, que sus ojos son los luceros que iluminan tu oscuro camino hacia lo desconocido o que tu vida no tendría sentido sin ella. Mejor aprende a saber cuando abrazarla, descubre que canción es la que la pone de buen humor, si se muerde el labio o las uñas cuando está nerviosa o si la crece el mal carácter los domingos.
Estate ahí para ella.
Conócela, deja que te conozca.
Quiérela, aún cuando piense que nadie podría quererla.
Haz que se vea como tú la ves, y te la habrás ganado para siempre.
Imagino que habrá gustos para todo, pero en mi opinión las palabras sobran; no hay ninguna necesidad de decir un montón de cursiladas que no piensas, ni aunque las pienses. Levántate y demuestra todo lo que dices sentir o pensar, que los hechos valen mas que las palabras y lo sabe todo el mundo.
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