sábado, 28 de enero de 2012
Doscientos kilómetros para cruzarte la cara.
Hoy, es más ahora mismo, recorrería doscientos kilómetros con tal de poderte cruzar la cara. De soltarte todo lo que me has hecho sufrir en un solo golpe. Agarrarte y zarandearte como un muñeco. Y sé que no es culpa tuya lo que pasa, pero duele igual. Hoy correría hacia ti y te golpearía el pecho con mis puños hasta caer rendida. Me agarrarías y yo solo intentaría morderte, porque hoy, ahora mismo, te odio. Te odio por hacerme sentir así y por hacerme pensar que hago mal al comportarme como me comporto. Pero no puedo evitarlo, me sale solo el sentirme defraudada. Te odio porque me dolía la cabeza y lo único que podía quitarme el dolor eras tú. Como un drogadicto, mi mono es real, mi organismo ya no sabe funcionar sin ti. Y lo peor de todo, es que me conozco. Tras recorrerme los doscientos, trescientos y dosmilquinientos kilómetros que me separasen de ti, cuando notase tus manos en las mías, juntando tu pecho con mi espalda, sin reaccionar a mis intentos de seguir odiándote, cuando notara tu aliento en mi pelo y tu boca susurrandome al oido que me tranquilice, que ya estas ahí...cuando sintiera que te tengo, no podría aguantarme y te besaría. Y entonces sabrías que, como siempre, me vuelves a tener. Y todo volvería a empezar. Realmente, ahroa mismo prefiero intentar odiarte.
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