domingo, 12 de febrero de 2012

Voy a ser algo difícil de igualar.

Voy a saltar de la cama cuando a mi me da la gana, porque voy a tirar el despertador por la ventana hasta que se rompa en la terraza del vecino. Voy a tomarme un litro de leche con chocolate, o bizcochos, o magdalenas, o lo que me de la gana. Voy a ducharme con el disco a todo volumen, que la gente se entere de lo que es buena música, y me voy a tirar una hora y media en la ducha porque quiero y me da igual la gente que golpe la puerta, no pienso salir. Voy a salir a la calle con alpargatas y pantalones cortos cuando llueva en invierno, porque me de lo mismo coger una hipotermia. Y voy a entrar en clase con la cabeza bien alta y la mochila al hombro, llena de ganas de armar lio, y tres horas tarde, y me va a importar una mierda. Voy a decirles que me quede dormida y a  salir de allí cuanto antes. A comer rápido y ponerme mis tacones más altos y el vestido que mejor tipo me haga, ajustado y, a poder ser, rojo. Voy a salir, a bailar, a reír, a cantar y a dejarme la voz y los pies en la pista. A hablar con toda la gente que se me acerque, a hacer amigos, y a irme con una sonrisa de esas que te dejan marcado para toda la vida. No, realmente, no voy a hacer nada prohibido. Pero voy a hacer lo que quiero, lo que nadie se atreve por el que dirán, lo que nunca pensaste verme hacer. Voy a hacer lo que nunca se ha hecho.
 Voy a ser feliz.

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