Posiblemente lo más sensato sería levantar la bandera blanca, rendirme de una vez por todas. Estoy cansada de equivocarme veinte veces en un solo minuto y así a lo largo del día. Si digo, si hago, si hice o si haré algo mal. La equivocación forma parte del día a día pero no con tanta frecuencia. Cometo errores sin querer. Hablo sin saber. Contesto sin pensar en las consecuencias. Estoy borde sin alguna razón. Lo pago con la gente que quiero pero no lo hago apropósito. Fallo a la gente que confía en mí. Finjo que nada me importa. Una mierda.
Me siento inútil al pensar en todos mis baches, me siento ridícula al llorar, y gilipollas al reír. Me siento estúpida al hablar de mis sentimientos porque creo que a nadie le importan. Soy tonta por creer que la gente cambia pero la verdad es que lo que uno fue, ahora es y en un futuro será. No hay manera de cambiar, como tampoco la hay de retroceder y cambiar el tiempo.
Siempre es verdad que hay gente que es algo perra, que no buscan más que joder a los demás para sentirse importantes; pero cuando esa gente es todo el mundo, el dedo con el que señalabas, ahora cambia de dirección hacia ti.
Me siento inútil al pensar en todos mis baches, me siento ridícula al llorar, y gilipollas al reír. Me siento estúpida al hablar de mis sentimientos porque creo que a nadie le importan. Soy tonta por creer que la gente cambia pero la verdad es que lo que uno fue, ahora es y en un futuro será. No hay manera de cambiar, como tampoco la hay de retroceder y cambiar el tiempo.
Siempre es verdad que hay gente que es algo perra, que no buscan más que joder a los demás para sentirse importantes; pero cuando esa gente es todo el mundo, el dedo con el que señalabas, ahora cambia de dirección hacia ti.
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